Sobre la campaña

La nueva Constitución consagrará de manera más robusta los derechos fundamentales y desde Amnistía Internacional no tenemos dudas de aquello. De esta manera, aspectos tan básicos pero fundamentales para nuestro bienestar, como lo es la salud, la educación, la seguridad social, el trabajo, el acceso al agua y a la vivienda, etc., podrán estar mejor garantizados. Esto nos da mucha esperanza porque repercute directamente en la vida cotidiana de las personas abriendo paso a mayores niveles de igualdad y justicia.

Por lo tanto, como ha quedado demostrado que la actual Constitución es responsable -en gran medida- de la desigualdad y situación de vulnerabilidad en que vive la gran mayoría de la población en Chile, es urgente dejarla atrás. Además, es imprescindible que el Estado asuma un rol más activo al momento de garantizar nuestros derechos.

La campaña de Amnistía Internacional “Aprobar es humano” te invita a pensar en ti, en tu familia, amistades y entorno. Te invita a soñar que una sociedad más justa e igualitaria es posible. Y para que este sueño se haga realidad, es imprescindible que se apruebe la nueva Constitución. Para lograr este resultado, necesitamos gente como tú que se tome las injusticias como algo personal y se movilice por aquello. 

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Por años hemos manifestado que Chile necesita una nueva Constitución que ponga los derechos humanos en el centro. También hemos dicho que la actual Constitución ha demostrado que no contribuye a disminuir las desigualdades, la precariedad y los abusos que afectan a la gran mayoría de la población. Por el contrario, el actual texto obstaculiza los cambios necesarios para conseguir un Chile más justo. 

Tras un análisis riguroso del borrador, afirmamos que esta nueva Constitución abre el camino a una mayor protección de los derechos fundamentales, lo cual permitirá mejorar las condiciones de vida de las personas, en temas como: vivienda, salud, educación, pensiones, agua, medioambiente limpio, etc.

La actual Constitución no incluye varios derechos que son vitales, como, por ejemplo, el derecho a la vivienda, al agua, a la alimentación, o los considera, pero de manera muy deficiente, como ocurre con el derecho a la salud y la seguridad social. Lo anterior implica que muchas veces el Estado asume un rol más bien pasivo sin que tenga obligaciones de garantizarlos. Esto explica la desigualdad y la situación de vulnerabilidad en que vive la gran mayoría de la población en Chile y que originó las protestas masivas en octubre de 2019.

En septiembre nos enfrentaremos a dos opciones que van a determinar el futuro de las actuales y futuras generaciones. Dos opciones claras, no hay más. Por un lado, la ciudadanía podrá aprobar y abrir la puerta a una Constitución que favorece la igualdad de derechos, o bien rechazar y quedarse con la actual que ha demostrado que favorece a unos por sobre otros. Amnistía Internacional ha decidido ponerse en el camino de la justicia y la dignidad, por eso va por el apruebo.

Si gana la opción “Rechazo” nos debemos quedar con la Constitución actual, aquella implantada bajo el régimen de Augusto Pinochet y que ha demostrado que favorece a unas personas por sobre otras. Con esto los sueños de avanzar hacia una sociedad más justa y con igualdad de condiciones se desvanecen.

Desde Amnistía Internacional consideramos que si gana el apruebo será un triunfo para los derechos humanos, sin embargo, entendemos que la Constitución por sí sola no asegurará una protección inmediata e integral de los derechos de todas las personas. La nueva Constitución no es el punto de llegada, sino que es un punto de partida para construir un camino de mayor igualdad. Aprobar es humano y es la puerta a una sociedad más justa y solidaria.